martes, 27 de marzo de 2012

Die for me

-¿Lo has hecho? -preguntó la pelirroja, entrando en el cuarto con los ojos saliéndosele de las órbitas.
-¿Lo has hecho? -repitió a esos ojos ausentes e inexpresivos, centrados en algún punto lejano, más allá de la pared gris.
-¡¡Contesta de una vez!! -su grito agudo lo hizo salir de su ensimismamiento.
De repente, se levantó y comenzó a caminar por la habitación, demasiado rápido, nervioso, preocupado, repitiendo una y otra vez la misma respuesta.
-¡Sí! ¡Lo he hecho! ¡Lo he hecho! ¡Lo he hecho!
Las lágrimas asomaban a sus ojos. La pelirroja quiso asegurarse y le pidió más detalles:
-¿Qué hiciste?
Él no paraba de moverse, cada vez más histérico, secándose el sudor de la frente.
-Pues... eché lo que me diste en su vaso... se lo bebió... y me marché.
-¿Te fuiste así, sin más? ¿Y si sospecha algo? -una sonrisa pícara asomó a los labios de ella-. Bueno, ya no creo que eso importe.
En ese momento sonó el teléfono del chico.
-Es ella -dijo, y ambos se quedaron petrificados contemplando el aparato negro, negro como la oscuridad, como la muerte que acechaba al otro lado de la línea.
-Cógelo.
-¿S-sí?
-¿Tom? -pronunció una voz jadeante, exhausta, casi sin vida.
-¿Lilith? ¿Pasa algo?
Lilith tosió.
-Algo va mal. Muy mal. Me encuentro fatal.
-¿Has llamado a una ambulancia?
-No creo que puedan hacer ya nada -volvió a toser-. Quería... quería que mis últimas palabras fueran para ti.
Silencio.
-Sólo quiero que sepas... que, a pesar de todo... te quiero.
Tom no pudo aguantar ya las lágrimas.
-¿Lilith? ¿Lilith? ¡¿Lilith?!
-Tom -dijo la pelirroja, acariciando su nuca-, por fin serás mío.


                                                                                                              Inma*