viernes, 17 de diciembre de 2010

I know, but...

Me faltaba la respiración. No podía correr más. Mierda, el ascensor iba demasiado lento. De no haber sido por la maleta, habría subido por la escalera, comiéndome los escalones de tres en tres para llegar lo antes posible. Por fin llegué al tercer piso. La puerta estaba frente a mí, y yo no encontraba las llaves en el interior de mi bolso. De repente, paré en seco. Y lo supe. Dentro ya no había nadie. Pero me quedé parada, normalizando mi respiración. Al rato, ya sin prisa, volví a rebuscar hasta que dí con el llavero del osito. Introducí la llave en la cerradura y la giré. Tras ella sólo había silencio. Caminé lentamente por el pasillo hasta llegar al dormitorio. Mi corazón se encogió al ver la cama desnuda, sin sábanas, las estanterías vacías de fotos o adornos, y el escritorio, siempre lleno a rebosar de libros, papeles, lápices y carboncillos, ahora estaba limpio. Sabía lo que me encontraría, aún así, abrí el armario. Vacío. Cinco o seis perchas en un rincón. Y algo en el fondo. Un sobre. Qué considerado, ironicé para mí. No ponía nada en él que indicase hacia quién iba dirigido, pero sólo podía ser yo. Saqué la carta de su interior.

Sabía que abrirías el armario. Siempre quieres asegurarte.
Sabes que te estuve esperando. Sabes que te quise más que a nadie. Y sabes que yo no tuve la culpa. Sé que no es grato que te lo diga, y me duele herirte, aún me duele, pero sabes que tengo razón. Me he cansado de aguantar tus juegos, de que se rían de mí a mis espaldas y de ser siempre yo quien se arrastre por tí. Se acabó. Sabes que todavía te quiero, y que no será fácil olvidarte, pero quiero hacerlo, de verdad. Todo esto lo sabes, pero parece que se te olvida. Sabes que yo te soy sincero, sin embargo, en cuanto otro te miente diciéndote lo mismo, también le crees, por encima de mí. Sé que me quieres, pero eso no es suficiente. Mientras yo te he dado el cien por cien, tú sólo recibías, y no me entregabas nada a cambio. Sabes que tengo razón. Y también sabías que este día llegaría, que no estaría en esta habitación, igual que yo sabía que volverías. Nos conocemos bien. Tan bien, que sabes que algún día volveré contigo de nuevo, y yo sé que después me volveré a ir. Sabes que todas las cosas están en el trastero, porque pronto habrá que volver a colocarlas en su sitio, No te hagas la sorprendida, en el fondo lo sabías. Sabes tan bien como yo quién sale siempre perdiendo, y quién volverá a perder esta vez. Quiero olvidarte, y esto es verdad, quiero no quererte. De hecho, quiero odiarte. Pero no puedo. Y aunque intente convencerme de ello, cada vez que regreses te volveré a amar. Y así para siempre. Lo sabes. 
Lo único que no sé es cuánto aguantaré esta vez" 
 
Lloré. Lloré porque era cierto. Todo. La culpa era mía, yo era la mala. Le hacía mucho daño queriéndolo, pero no a él sólo. No quise prometerme que esa sería la última vez porque ya lo había hecho muchas veces y al final siempre acababa rompiendo mi promesa. Yo también quería olvidarlo y dejar de hacerle sufrir. Pero tampoco podía. Hice la cama y coloqué todo en su sitio. Para cuando quisiera volver.
Entonces dejé las llaves sobre la cama y me marché. Ya era hora de hacerle feliz.


                                                                                                                              Inma *

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