Una sonrisa. Es todo lo que te pido. Que me regales una sonrisa. Si me lo permites, haré una exigencia; te exijo que la sonrisa sea sincera. Quiero poder ver a través de ella. Y llegar a entender por qué sonríes y por qué no, cuándo fue la última vez que lo hiciste de verdad. No me valen las sonrisas falsas, ni las corteses, que haces por educación. Y mucho menos esas sonrisas vacías, esas que no transmiten nada, porque no hay nada en ellas, porque no contienen nada. Quiero que me sonrías, que sea especialmente a mí, que me la dediques, que esa sonrisa me pertenezca, que le pongas nombre y apellidos. Que pueda guardarla como un recuerdo, como tu último recuerdo. Que sea eterna y dure para siempre.
Inma *
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